Toda virtud, toda buena intención, toda buena obra y toda fidelidad a ideas propias, se encuentran en la más grande de las pudriciones, desde su nervio, desde su principio más recóndito, ya que todas estas maravillosas cualidades, no son mas la alevosía del yo, debido a que siempre ha actuado desde las sombras, pero no por eso en total impunidad. A pesar de que grandes han sido los pensamientos derrochados en la defensa de éste como filósofos que olvidan ser filósofos para convertirse en abogados del yo, del individuo, en donde la universalidad, lo colectivo, las generalidades son los mayores antagonistas de esta historia de no acabar.
Pero no son solo las bellas cualidades las manchadas por esta sombra individual del ser, todo mal actuar y todo antónimo de lo bien, lo bueno, también se encuentra corroído, gangrenoso. ¿Qué es lo que hace el yo para corromper todo?, en realidad no es todo, en realidad no a todo lo que corrompe, esta es solo una enfermedad y además crónica del hombre, que lamentablemente no es ya un animal.
En un mundo en que lo que uno “es” se convierte en la única forma de vivir todas estas noblezas e innoblezas del hombre no son mas que juguetes en los que su cuerda es la palabra, y no es mas que una palabra la que nos ha conducido a la odiosidad de lo que el mundo es hoy, donde todo carece de sentido y la única forma es inventárselos, a uno y a los demás, todo el mundo conspira inconcientemente y el entorno exige de forma conciente que el individuo tenga un sentido para que pueda decir quien es, por lo contrario es un paria del ser.
La eterna palabra “yo”, ojala jamás hubiese sido un yo, o por lo menos existir en una realidad en la que el yo solo fuera para uno y no para los demás quienes son los que le dan su valor al yo al ser, haciéndolo prostituto. Cada cosa que elijamos como individuos que somos es por el yo, y en esto es donde el yo no es mas que la palabra mas vacía y carente de todo, pero a la vez mas requerida por la universalidad de los individuos, “vanidad”, no es mas que vanidad, furiosa vanidad por ser, por mas individual que se sienta el yo, actúa a través de lo que mueve al ser humano mas disminuido y carente de individualidad, hasta al hombre mas conciente de su ser, en el momento en que se llaman “yo” caen al vacío universo de la vanidad.
Aquí es donde toda actividad humana deja de tener hasta el mas mínimo sentido, ya que nada se realiza fuera de este universo banal, por esto el inconmensurable sin sentido de hoy donde todos reconocen esto pero todos se tapan los ojos para darle importancia a las estupideces mas increíbles presenciadles por televisión, que no es mas que el reflejo de lo que somos hoy en día, todo es un invento para que digan “algo de mi”, “piensen algo de mi” y “hagan algo de o por mi” . Simplemente no podemos salir de esto por mas nobles o crápulas que seamos el yo nos arrastrara a la vanidad que creamos y pertenecemos, siempre seremos algo y la vanidad es la que nos lleva a ser.
En el momento en que dejamos atrás las vestiduras animales y al tener conciencia de nosotros mismos y de uno mismo, terminamos de hacer cosas por nosotros y para uno y comenzamos a actuar para el yo, la imagen que tenemos nosotros de nosotros mismos y las imágenes de los demás, se acabo el individuo que es para el interior y se hace por que se debe hacer. En cambio el yo es para fuera, ya que “yo soy” necesita mostrarse, reflejarse para ser, en cambio el uno animal no necesita de nada solo de el, simplemente es.

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